FIN
Pero podría tomarlo como un cambio de casa.
Ahora, para encontrarme diríjase a Pista de despegue: http://mrsvertigo.blogspot.com/
Otro plagio. Un mail del mismo amigo (que me interpela de algún modo):
Como no tengo tiempo para escribir, posteo una carta de un amigo que está bonita (plagiando para subsistir....qué bajo!!):
Hola querida amiga!
De pronto, con el sigilo de la aurora, la memoria (ese capricho que se manda solo cuando quiere, y que casi siempre quiere) me llevó primero hasta tu rostro (sonriente), luego hasta tu nombre, luego hasta tu voz (y sobre todo hasta ella, quién sabe por qué) y finalmente, por qué no decirlo (si ya te lo he dicho, además), hasta tus “caderas” (no me quiero poner ordinario, pero tú me entiendes). A veces miro a mi alrededor y me pregunto qué sentido tiene todo esto (lo adolescente no se quita fácilmente, si es que se quita). Luego, por suerte, me río y comprendo que reírse, disfrutar, sentir el placer de existir es ese sentido. Quizá es esa viveza con que te he visto disfrutar de las cosas la que me llevó esta noche a recordarte y a querer enviarte un saludo, y a decirte que ¿por qué no hacemos un carrete? Claro que no es tan fácil. Está la distancia, y también la distancia que la soledad de este pueblo (no soledad de gente, que hay harta, sino soledad de amigos, que hay pocos) ha puesto entre mí y el carrete. Ya casi no busco a la gente (cualquiera diría que la rehuyo, pero no es así, ése no es mi estilo, o al menos no el más común, creo, aunque en realidad a veces me da lata estar con gente, pero todos sabemos que eso le pasa a todo el mundo, que es normal, que lo raro sería que no me pasara, que si me pasa debe ser por algo, y que se me va a quitar luego, porque ya no tengo edad para irme en esas voladas, qué dirían los psicólogos, las etapas del desarrollo, etc.). Van a ser las dos de la mañana, hace frío. Una vez, hace años (qué increíble que de pronto esa expresión comienza a hacerse más frecuente de lo que uno esperaría), Felipe Burrows me dijo que el pensamiento le daba frío. No quiero quitarle a ese comentario el inmenso valor poético que de hecho tiene, pero se me ocurre que Felipe debe haber pensado harto mientras vivía en Villarrica, y un poco por eso dijo lo que dijo.
El otro día fui a hablar con el juez de menores, por un asunto de la pega. Yo andaba bien chascón y con el pelo bastante largo. El juez me empezó a hablar como viejito arteresclorótico y, entre otras barbaridades, me comentó como de pasada (a propósito de un menor que usaba el pelo chascón) que él tenía la idea de que los chascones eran terroristas. Después me prestó un libro fundamentalísimo para el buen funcionamiento del juzgado (libro que, por supuesto, me llevé, un poco por un afán perverso de ver qué pasaba) y, por supuesto, dicho funcionamiento se desbarató por completo y días después recibí unos llamados atroces del secretario del juzgado, diciéndome que necesitaba el libro urgentemente, que ese tipo de documentos no podían sacarse del juzgado, etc. Yo sentí un placer indescriptible por esto de estar causando un desajuste administrativo radical y, evidentemente, me hice de rogar, y no devolví el libro hasta unos días después. Me gustaría que hubieras visto la cara de alivio que había en cada uno de los funcionarios de esa institución cuando vieron aparecer el libro (que no sólo se lo habían llevado, sino que además estaba en manos de un terrorista). Trataron de retarme y todo eso, pero estaban atados de manos, porque el mismísimo señor juez me había facilitado el famoso libro, y un juez es algo así como un caballero al cual hay que respetarle todos sus delirios.
Bueno, se hace tarde y corro el riesgo de entrar en ese tipo de reflexiones existenciales que pueden volverlo a uno un terrorista de la cabeza (aunque no por el pelo, se entiende). Espero que estés bien, contenta, disfrutando de los placeres varios que existen. A propósito de dos de esos placeres, hace un rato le escribía a Cristóbal que, pese a las contrariedades existenciales, por fortuna siempre está la amistad, que es una especie de joya inviolable, un tesoro que no puede ser escondido. Y la mujer, que es una joya... Bueno, no quiero decir groserías. Pero de que es también, a su modo, una especie de tesoro, lo es.
Ojalá podamos vernos pronto (dicho sea de paso, mi casa está abierta para una visita; quizá en verano te animas, quién sabe, hasta podríamos juntarnos un grupo, el Edmundo me dijo que tenía ganas de venir, lo mismo Cristóbal). Mientras tanto, un abrazo!
Being a woman.
¿Por qué en inglés? Porque en inglés se puede decir “being” y no solo “to be”, o sea que no solo se puede hablar de “ser mujer” sino de lo que significa estar “siendo mujer”.
El infinitivo, “ser” me parece más abstracto y atemporal comparado con el “siendo” que alude más a lo histórico y a lo contextual. Por eso, being a woman y no "acerca de ser mujer" o algo así.... cosas del lenguaje...y de las palabras que uno tiene a mano....
Voy a decir un montón de cosas que a un montón de gente le parecerán nauseabundas, crudas o, al menos, poco delicadas, pero hace rato que tengo ganas de decirlas y no me voy a dar el trabajo de decirlas bonito o con eufemismos, las voy a largar no más.
Ser mujer y heterosexual, independiente de todo lo que se pueda decir respecto al rol social que conlleva, involucra algunas experiencias fundamentales. Fundamentales porque están inseparablemente unidas a nuestra anatomía. Y no sé cuánto nos determinarán, pero seguro que las tenemos pegadas a la piel.
Para empezar, como mujer heterosexual siempre me lo van a meter. Yo lo hallo una limitación atroz de la vida sexual. Encuentro que sería mucho más divertido tener una gama más amplia de experiencias sexuales. A mi me encantaría saber cómo se siente meter un pedazo de ti mismo dentro de otro ser humano, de aquel que deseas, de aquel que amas. Pero yo no puedo acceder a eso. No tengo nada en mi organismo que me permita penetrar a otro del modo como soy penetrada. Y meterle un dedo en la boca o en el culo a un tipo no es lo mismo. Que suerte tienen algunos homosexuales hombres en este ámbito…tienen pico y tienen hoyo y pueden elegir qué quieren en el polvo siguiente: meterlo o que se lo metan.
Tengo una amiga que dice que eso es identificarse con una cuestión patriarcal, con el hecho de ser poseída, de ser conquistada territorialmente, pero yo digo que eso es bullshit, que no se trata de poseer o no, sino de un rango de experiencias que nunca podré tener porque la anatomía de mi cuerpo me lo impide.
Para rematar el tema sexual, desde el punto de vista anatómico, cuando a uno se lo meten sin condón y el otro termina adentro tuyo, la relación sexual se prolonga para uno mucho más allá de lo que uno mismo desearía, para uno dura mucho más que para el otro. Uno folla un cierto rato y después, recupera el aliento, y -en el mejor escenario- se acaricia, regalonea, conversa, incluso puede dormirse una siesta y despertar, ducharse y vestirse, y cuando uno ya retomó la vida tal cual iba, y está listo y dispuesto para cumplir con algún rol o tarea cotidiana, cuando el otro hace rarto que ni piensa en el polvo que se pegó, cuando uno menos se lo espera….sientes que un líquido caliente y viscoso baja desde dentro tuyo y cae mojándote los calzones limpios, recién puestos.
Entonces, uno cacha que uno es un receptáculo. Que el otro pone algo de sí dentro tuyo y cuando él ya está a kilómetros de distancia, te das cuenta que todavía lo llevas contigo, que no te abandona tan fácilmente. Y quizás hasta esto tenga que ver con la memoria, quizás uno se acuerda más del polvo que se pegó con el susodicho hace un rato, la noche anterior incluso, y el macho que eyacula, que puede vestirse e irse, no tiene ningún determinante anatómico que lo obligue a volver a aquél escenario erótico y buscar entre los dedos un olor, un recuerdo más placentero, más mamífero de aquél encuentro.
That s being a woman. Sometimes.
Así como están prohibidas las drogas, debería estar prohibido enamorarse.
Fue el 28 de diciembre de 1992. Yo tenía 18 y él casi 20. Era el cumpleaños de mi amigo Chernilo, a quien conocí en el preuniversitario. Chernilo vivía a tres cuadras de mi casa, así que me fui hasta allá caminando con mi hermana. Él, Diego, apareció con su cuerpo tremendo y alzó los brazos como colgándose del techo. Yo lo ví y juro que cada célula de mi cuerpo dijo: "Él es".