martes, febrero 28, 2006

Moraleja veraniega


Este verano puedo decir que saqué algunas conclusiones fundamentales respecto a mis vacaciones:

1. No puedo estar más de una semana en el mismo lugar.

La primera vez que me pasó fue en una de las playas más bellas del mundo, según no se qué revista gringa del tipo News Week o Times o algo así: Jericoacoara. Muy al norte de Brasil.
Linda sí, entretenida sí, pero a la semana me empecé a hostigar, a los 15 días estuve a punto de devolverme a Chile y a la tercera semana amenacé a mi amiga Paz a abandonarla a su suerte si no nos movíamos. Pensé que se trataba de que echaba de menos a mi pareja de ese entonces, pero ahora que lo pienso mejor es una cuestión de costumbre. Desde muy pequeña mis vacaciones fueron bien nómades. Una semana en Caburga, otra en Panguipulli y otra en Chiloé o en Bariloche o en Valdivia. Las combinaciones eran variables, pero con mis padres fue el sur, siempre el sur y con amigos, el norte y más tarde fuera de Chile.

2. No soporto el modelito de vacaciones: "dueña de casa con vista al mar"

En Chile es ultra popular arrendar una casa en la playa o en un lago o donde sea y llegar a instalarse allí por todo un mes con camas y petacas. Yo francamente no le hallo ninguna gracia. Encuentro fomísimo tener que hacer camas, cocinar y lavar platos, limpiar el water y trapear la cocina en tus vacaciones!!! Este verano me tocó así (aunque la casa era prestada y eso estuvo bueno, porque cuando un solo bolsillo debe financiar el arriendo de la casa en la playa son palabras mayores). Mi amor y yo lo hicimos todo juntos, o más bien miti -mota y por turnos y eso estuvo buenísimo (incluso un día me llevó la comida en bandeja hasta la cama donde yo vegetaba viendo 16 horas diarias de televisión), pero aún así lo encuentro deplorable para cualquiera. No sé como será cuando hay una nana que lo hace todo. Raro debe ser, sobretodo si es la misma nana de siempre. Al final es como cambiarse de casa por algunas semanas, y si te toca hacer de dueña de casa, aunque no lo hagas el resto del año, aunque ames a la persona para quien cocinas, aunque desde la ventana de la cocina se vea el mar, aunque los pajaritos canten en el pino del patio mientras cuelgas la ropa recién lavada....it sucks. Para mi al menos.

3. La horizontal tiene un cierto encanto durante un tiempo corto.

Me refiero a la horizontal las 24 horas del día: la horizontal en la orilla de la piscina, la horizontal viendo tele, la horizontal durmiendo horas extras.... la única horizontal que es siempre encantadora es de a dos, uno sobre otro, claro.

Sin paseo, subir un cerro, caminar por la playa, ir al pueblo de al lado, termina aburriendo.
Además la horizontal engorda. Y si vas a engordar en vacaciones, mejor que sea punta de comida que cocinen otros, o de panes con mortadela, completos y empanadas si el presupuesto es escaso.

4. Las vacaciones son un buen ensayo de convivencia con tu pareja.

Sirven ene para eso. Casi como un reality. Ves como te llevas con tu amor en la vida cotidiana sin terceros involucrados, como te repartes las tareas, como te cuidas, te regaloneas, como discutes , como te enojas, como resuelves conflictos y si tienes onda y lo pasas bien o todo depende la gente que te rodea, del carrete producido con ruido alrededor.

En este caso, la prueba fue superada con éxito...pero no nos ganamos una casa. Y deberíamos!

No es de cool

Being a woman.


¿Por qué en inglés? Porque en inglés se puede decir “being” y no solo “to be”, o sea que no solo se puede hablar de “ser mujer” sino de lo que significa estar “siendo mujer”.

El infinitivo, “ser” me parece más abstracto y atemporal comparado con el “siendo” que alude más a lo histórico y a lo contextual. Por eso, being a woman y no "acerca de ser mujer" o algo así.... cosas del lenguaje...y de las palabras que uno tiene a mano....

Being a woman

Voy a decir un montón de cosas que a un montón de gente le parecerán nauseabundas, crudas o, al menos, poco delicadas, pero hace rato que tengo ganas de decirlas y no me voy a dar el trabajo de decirlas bonito o con eufemismos, las voy a largar no más.

Ser mujer y heterosexual, independiente de todo lo que se pueda decir respecto al rol social que conlleva, involucra algunas experiencias fundamentales. Fundamentales porque están inseparablemente unidas a nuestra anatomía. Y no sé cuánto nos determinarán, pero seguro que las tenemos pegadas a la piel.

Para empezar, como mujer heterosexual siempre me lo van a meter. Yo lo hallo una limitación atroz de la vida sexual. Encuentro que sería mucho más divertido tener una gama más amplia de experiencias sexuales. A mi me encantaría saber cómo se siente meter un pedazo de ti mismo dentro de otro ser humano, de aquel que deseas, de aquel que amas. Pero yo no puedo acceder a eso. No tengo nada en mi organismo que me permita penetrar a otro del modo como soy penetrada. Y meterle un dedo en la boca o en el culo a un tipo no es lo mismo. Que suerte tienen algunos homosexuales hombres en este ámbito…tienen pico y tienen hoyo y pueden elegir qué quieren en el polvo siguiente: meterlo o que se lo metan.

Tengo una amiga que dice que eso es identificarse con una cuestión patriarcal, con el hecho de ser poseída, de ser conquistada territorialmente, pero yo digo que eso es bullshit, que no se trata de poseer o no, sino de un rango de experiencias que nunca podré tener porque la anatomía de mi cuerpo me lo impide.

Para rematar el tema sexual, desde el punto de vista anatómico, cuando a uno se lo meten sin condón y el otro termina adentro tuyo, la relación sexual se prolonga para uno mucho más allá de lo que uno mismo desearía, para uno dura mucho más que para el otro. Uno folla un cierto rato y después, recupera el aliento, y -en el mejor escenario- se acaricia, regalonea, conversa, incluso puede dormirse una siesta y despertar, ducharse y vestirse, y cuando uno ya retomó la vida tal cual iba, y está listo y dispuesto para cumplir con algún rol o tarea cotidiana, cuando el otro hace rarto que ni piensa en el polvo que se pegó, cuando uno menos se lo espera….sientes que un líquido caliente y viscoso baja desde dentro tuyo y cae mojándote los calzones limpios, recién puestos.

Entonces, uno cacha que uno es un receptáculo. Que el otro pone algo de sí dentro tuyo y cuando él ya está a kilómetros de distancia, te das cuenta que todavía lo llevas contigo, que no te abandona tan fácilmente. Y quizás hasta esto tenga que ver con la memoria, quizás uno se acuerda más del polvo que se pegó con el susodicho hace un rato, la noche anterior incluso, y el macho que eyacula, que puede vestirse e irse, no tiene ningún determinante anatómico que lo obligue a volver a aquél escenario erótico y buscar entre los dedos un olor, un recuerdo más placentero, más mamífero de aquél encuentro.

That s being a woman. Sometimes.


del increíble lucien freud: naked girl asleep